Lectura: Juan 14:1-6
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. —Juan 14:3
La vida es una empresa riesgosa. A veces, volamos alto mientras disfrutamos de grandes éxitos. Pero, de pronto, caemos en profundas desilusiones y en la inquietante realidad del fracaso que hacen que nos preguntemos interiormente si hay algo que valga la pena anhelar.
Hace poco, en un funeral, el pastor contó la historia de un trapecista. El artista reconoció que, aunque a él lo consideran la estrella del espectáculo, el verdadero astro es el recogedor: el compañero de equipo que cuelga de otra barra del trapecio para atraparlo y asegurarse de sostenerlo sin que se caiga. Explicó que la clave es la confianza. Con los brazos extendidos, el volador debe confiar en que el recogedor esté preparado y que pueda sujetarlo. Morir es algo así como confiar en Dios como el recogedor. Después de haber volado por la vida, podemos aguardar con ansias que el Señor extienda sus brazos para recoger a sus seguidores, para acercarnos hacia Él para siempre. Me gusta esta idea.
Me recuerda las consoladoras palabra de Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón; […] voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y […] vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:1-3).
La vida es indudablemente un asunto arriesgado, pero ¡arriba ese ánimo! Si has puesto tu fe en Jesucristo, el Recogedor celestial está esperando al otro lado para llevarte a salvo a casa.
—JMS
Un día, los brazos de nuestro Padre celestial recogerán a sus hijos.
Buscar a los diez mejores
Lectura: Salmo 119:97-104
¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. —Salmo 119:97
Un recurso bíblico en Internet, el sitio BibleGateway, observó los hábitos de búsqueda de sus más de 8 millones de visitantes mensuales y descubrió que Juan 3:16 fue el versículo más buscado durante el 2010.
Creo que no sorprende a nadie que sea el número uno de la lista. Nos dice que Dios nos amó tanto que mandó a su Hijo para rescatarnos de nuestro pecado y darnos vida eterna. El versículo que ocupa el décimo lugar en la lista son las palabras de Jesús cuando les encarga a sus seguidores que difundan esa buena noticia: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…» (Mateo 28:19). También, entre los «diez mejores» están Jeremías 29:11 y Romanos 8:28, que hablan de los planes y los propósitos bondadosos de Dios para su pueblo.
Las Escrituras están llenas de verdades para investigar y compartir. En el Salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia, el salmista comunicó sus pensamientos sobre la Palabra y su deseo de escudriñarla y de que el Señor le enseñara. Dijo: «¡Oh, cuánto amo yo tu ley!» (v. 97). Nuestra lectura bíblica de hoy nos muestra algunas de las razones por las que el salmista la amaba: Le da sabiduría y entendimiento, resguarda sus pies del mal y es dulce. Por eso, medita en ella «todo el día».
Sigamos dedicando tiempo para leer la Biblia. Cuanto más investiguemos la Palabra, más aumentará nuestro amor a ella y a su Autor.
—AMC
Cuanto más leas la Biblia, más amarás a su Autor.
NUESTRO PAN DIARIO
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. —Juan 14:3
La vida es una empresa riesgosa. A veces, volamos alto mientras disfrutamos de grandes éxitos. Pero, de pronto, caemos en profundas desilusiones y en la inquietante realidad del fracaso que hacen que nos preguntemos interiormente si hay algo que valga la pena anhelar.
Hace poco, en un funeral, el pastor contó la historia de un trapecista. El artista reconoció que, aunque a él lo consideran la estrella del espectáculo, el verdadero astro es el recogedor: el compañero de equipo que cuelga de otra barra del trapecio para atraparlo y asegurarse de sostenerlo sin que se caiga. Explicó que la clave es la confianza. Con los brazos extendidos, el volador debe confiar en que el recogedor esté preparado y que pueda sujetarlo. Morir es algo así como confiar en Dios como el recogedor. Después de haber volado por la vida, podemos aguardar con ansias que el Señor extienda sus brazos para recoger a sus seguidores, para acercarnos hacia Él para siempre. Me gusta esta idea.
Me recuerda las consoladoras palabra de Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón; […] voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y […] vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:1-3).
La vida es indudablemente un asunto arriesgado, pero ¡arriba ese ánimo! Si has puesto tu fe en Jesucristo, el Recogedor celestial está esperando al otro lado para llevarte a salvo a casa.
—JMS
Un día, los brazos de nuestro Padre celestial recogerán a sus hijos.
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Lectura: Salmo 119:97-104
¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. —Salmo 119:97
Un recurso bíblico en Internet, el sitio BibleGateway, observó los hábitos de búsqueda de sus más de 8 millones de visitantes mensuales y descubrió que Juan 3:16 fue el versículo más buscado durante el 2010.
Creo que no sorprende a nadie que sea el número uno de la lista. Nos dice que Dios nos amó tanto que mandó a su Hijo para rescatarnos de nuestro pecado y darnos vida eterna. El versículo que ocupa el décimo lugar en la lista son las palabras de Jesús cuando les encarga a sus seguidores que difundan esa buena noticia: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…» (Mateo 28:19). También, entre los «diez mejores» están Jeremías 29:11 y Romanos 8:28, que hablan de los planes y los propósitos bondadosos de Dios para su pueblo.
Las Escrituras están llenas de verdades para investigar y compartir. En el Salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia, el salmista comunicó sus pensamientos sobre la Palabra y su deseo de escudriñarla y de que el Señor le enseñara. Dijo: «¡Oh, cuánto amo yo tu ley!» (v. 97). Nuestra lectura bíblica de hoy nos muestra algunas de las razones por las que el salmista la amaba: Le da sabiduría y entendimiento, resguarda sus pies del mal y es dulce. Por eso, medita en ella «todo el día».
Sigamos dedicando tiempo para leer la Biblia. Cuanto más investiguemos la Palabra, más aumentará nuestro amor a ella y a su Autor.
—AMC
Cuanto más leas la Biblia, más amarás a su Autor.
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