Contaremos a la generación venidera las
alabanzas del Señor (v. 4 LBLA).
Lectura: Salmo 78:1-8
La Biblia en un año: Gálatas 3
Me gusta ver las carreras de relevos. La fuerza
física, la velocidad, la habilidad y la resistencia requerida de los atletas me
sorprenden. Pero hay un momento crucial que siempre capta mi atención y me pone
ansioso: cuando se le pasa el testigo al corredor siguiente. Un momento de
retraso, un desliz… y la carrera podría perderse.
En cierto sentido, los creyentes están en una
carrera de relevos, llevando el testigo de la fe y el conocimiento del Señor, y
de su Palabra. La Biblia nos habla de la necesidad de pasar este testimonio de
una generación a otra. En el Salmo 78, Asaf declara: «Hablaré cosas escondidas
desde tiempos antiguos, las cuales hemos oído y entendido, que nuestros padres
nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación
venidera las alabanzas de Señor, y su potencia y las maravillas que hizo» (vv.
2-4).
Moisés dijo algo parecido a los israelitas: «Ten
mucho cuidado de no olvidar nada de todo lo que tus ojos han visto. […]. Al
contrario, enséñales esto a tus hijos, y a los hijos de tus hijos»
(Deuteronomio 4:9).
Estamos llamados a hacer con amor y valentía todo
lo posible para pasar a las generaciones futuras «las virtudes de aquel que
[nos] llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).
Padre, ayúdame a ser fiel, pasando mi fe a otros.
Ejercemos influencia en las generaciones futuras
viviendo para Cristo hoy.
Palabras para el cansado
Dios el Señor me dio lengua de sabios, para
saber hablar palabras al cansado (v. 4).
Lectura: Isaías 50:4-10
La Biblia en un año: Gálatas 2
Pocos días después de la muerte de su padre, C.S.
Lewis, que tenía 30 años de edad, recibió una carta de una mujer que había
cuidado a su madre durante su enfermedad hacía más de dos décadas. La mujer
ofreció sus condolencias por la pérdida, y se preguntaba si él se acordaba de
ella. «Mi querida enfermera Davison —contestó Lewis—. ¿Recordarla? ¡Cómo no
hacerlo!».
Lewis recordó lo mucho que su presencia en su casa
había significado para él, así como para su hermano y su padre en un momento
difícil. Le dio las gracias por sus palabras de pésame, y agregó: «Es
verdaderamente reconfortante evocar esos días del pasado. El tiempo que usted
estuvo con mi madre le parecía muy largo a un niño, y usted se convirtió en
parte del hogar».
Cuando luchamos con las circunstancias de la vida,
una palabra de aliento de los demás puede levantar nuestro espíritu y nuestros
ojos al Señor. Isaías, el profeta del Antiguo Testamento, escribió: «Dios el
Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado» (50:4).
Cuando miramos al Señor, Él ofrece palabras de esperanza y luz en la oscuridad.
Padre Celestial, ayúdame a escuchar tus palabras de
esperanza hoy. Ayúdame a expresarlas a los demás para que los guíen a ti.
Las palabras compasivas pueden alentar a un
corazón triste.
Nuestro Pan Diario
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