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lunes, 12 de septiembre de 2016

Preparados para la boda



Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora (v. 13).
Lectura: Mateo 25:1-13
La Biblia en un año: 2 Corintios 5
«T engo hambre», dijo mi hija de 8 años. «Lo siento —le dije—, pero no tengo nada para que comas. Juguemos a algo». Habíamos estado esperando por más de una hora la llegada de la novia a la iglesia. Se suponía que la boda sería al mediodía. Mientras me preguntaba cuánto tiempo más habría que aguardar, esperaba mantener a mi hija ocupada hasta que comenzara la ceremonia.
Sentí como si estuviéramos viviendo una parábola. Nuestra casa está a pocos pasos de la iglesia, pero sabía, que si iba a buscar unas galletas, la novia podría llegar en cualquier momento y yo no podría verla cuando entrara. Mientras empleaba varias técnicas de distracción con mi hija, pensé en la parábola sobre las diez vírgenes (Mateo 25:1-13). Cinco llegaron preparadas con suficiente aceite para mantener encendidas sus lámparas mientras esperaban al novio, pero cinco no. Así como era muy tarde para que yo fuera hasta nuestra casa, también era tarde para que las jóvenes fueran a comprar más aceite para sus lámparas.
Jesús contó esta parábola para enfatizar que debemos estar preparados porque, cuando Él vuelva, rendiremos cuentas de cómo está nuestro corazón. ¿Estamos esperando preparados?
¿Cómo esperas el regreso de Jesús? ¿Has dejado algo sin hacer que podrías haber realizado hoy?
Tenemos que estar preparados para cuando Cristo venga otra vez.

Oración de Emergencia
Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente (v. 3).
Lectura: Salmo 71:1-12
La Biblia en un año: 2 Corintios 4
El 11 de septiembre de 2001, Stanley Praimnath estaba trabajando en el piso 81 del World Trade Center, cuando vio un avión que se dirigía directamente hacia él. Stanley hizo una rápida oración mientras se lanzaba bajo un escritorio para protegerse: «¡Señor, no puedo hacer nada!¡Encárgate tú!».
El terrible impacto del avión atrapó a Stanley detrás de una pared de escombros. Mientras oraba y gritaba pidiendo ayuda, Brian Clark, un trabajador de otra oficina, escuchó y respondió. Abriéndose paso a través de los escombros y la oscuridad, los dos pudieron descender 80 tramos de escaleras hasta la planta baja y salir.
Cuando enfrentaba amenazas terribles, David le pedía ayuda a Dios. Quería estar seguro de su cercanía al enfrentar enemigos en la batalla. En una petición sincera, David exclamó: «Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro» (Salmo 71:3, 12).
No tenemos la promesa de que siempre seremos liberados de todas las situaciones difíciles que enfrentemos. No obstante, podemos estar seguros de que Dios escucha nuestras oraciones y de que camina a nuestro lado en medio de todo.
Para todo lo que se presente en mi camino, te ruego, Señor, que acudas en mi ayuda. Sin ti, no soy capaz de atravesar nada.
«La cercanía a Dios es nuestra seguridad consciente. Un niño en la oscuridad es reconfortado por la mano de su padre». —Charles H. Spurgeon
Nuestro Pan Diario
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