Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura (Marcos 16:15).
Lectura: Hechos 1:1-8
La Biblia en un año: 2 Corintios 3
Evie era una de los 25 adolescentes del coro de una
escuela secundaria estadounidense que viajó a Jamaica para cantar, evangelizar
y mostrar el amor de Dios a personas de una cultura y una generación
diferentes. Para ella, un día fue particularmente memorable y gozoso.
El coro fue a un hogar de ancianos para cantar y
visitar a los residentes. Después de cantar, Evie habló con una mujer joven, de
algo más de 30 años, que vivía allí. Cuando empezaron a charlar, Evie sintió
que debía hablarle de Jesús: quién fue y qué hizo por nosotros. Le mostró
pasajes de la Biblia que explicaban la salvación. Poco después, la mujer dijo
que quería confiar en Jesús como su Salvador. Y eso fue lo que hizo.
Por la decisión de Evie de iniciar una conversación
sobre Jesús, nuestro grupo celebró un nuevo nacimiento en la familia de Dios
ese día.
Marcos 16:15 dice que lo que hizo Evie es lo que se
espera de cada creyente. Como lo expresa una paráfrasis de la Biblia: «Vayan a
todas partes y anuncien el mensaje de la buena noticia de Dios a cada persona».
Nunca subestimemos lo maravilloso que es para toda
persona, donde sea, escuchar la buena noticia y decir sí a nuestro Salvador.
Señor, no es fácil iniciar una conversación sobre
el evangelio. Que tu Espíritu Santo obre en mí para dar la buena noticia a
todos.
Los buenos testigos del evangelio no solo
conocen su fe, sino que también la muestran.
Lo que más importa
Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él (v. 9).
Lectura: 1 Juan 4:7-19
La Biblia en un año: 2 Corintios 2
Cuando Juan, el discípulo amado de Jesús,
envejeció, centró toda su enseñanza sobre el amor de Dios en sus tres
epístolas. En el libro Conociendo la verdad del amor de Dios, Peter Kreeft cita
una antigua leyenda que dice que uno de los jóvenes discípulos de Juan fue a él
una vez, quejándose: «¿Por qué no hablas de otra cosa?».Juan respondió: «Porque
no hay nada más de que hablar».
El amor de Dios está, sin duda, en el centro de la
misión y el mensaje de Jesús. En su Evangelio, que escribió antes, Juan afirmó:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan
3:16).
Pablo nos dice que el amor de Dios es la esencia de
nuestra vida, y nos recuerda que «ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38-39).
El amor de Dios es tan fuerte, accesible y firme
que podemos iniciar cada día sabiendo que todo lo bueno viene de su mano,
y que podemos enfrentar los desafíos con su poder. Su amor es lo que más
importa en esta vida.
¡Gracias, Señor, porque tu amor es rico y puro,
poderoso y sin medida!
El amor de Dios permanece firme cuando todo lo
demás se desmorona.
Nuestro Pan Diario
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