Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que […] glorifiquen a vuestro Padre… (Mateo 5:16).
Lectura: Juan 1:1-8
La Biblia en un año: Romanos 15:14-33
En 1989, Vaclav Havel pasó de ser prisionero
político a convertirse en el primer presidente electo de Checoslovaquia. Años
después, en su funeral en Praga, en 2011, la ex Secretaria de Estado de los
Estados Unidos, Madeleine Albright, nacida en Praga, lo describió como alguien
que había «llevado la luz a sitios de profunda oscuridad».
Lo que Havel hizo generando luz en el ámbito
político en lo que actualmente se conoce como República Checa, nuestro Señor
Jesús lo hizo por el mundo entero. Él generó la luz cuando la creó a partir de
la oscuridad en el amanecer de los tiempos (Juan 1:2-3; comp. Génesis 1:2-3).
Más tarde, al nacer, trajo luz a la esfera espiritual. Jesucristo es la vida y
la luz que la oscuridad no puede derrotar (Juan 1:5).
Juan el Bautista salió del desierto para dar
testimonio de Jesús, la luz del mundo. Nosotros podemos hacer lo mismo hoy. En
realidad, es lo que el Señor nos dijo que hiciéramos: «Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).
En este mundo —donde lo bueno suele considerarse
malo y lo malo bueno, y donde la verdad y el error se invierten—, la gente
busca hacia dónde ir. Reflejemos la luz de Cristo en nuestro entorno.
Señor, ayúdame a ser una luz en este mundo oscuro.
¡Brilla con la Luz!
El legado de una vida
De más estima es el buen nombre que las muchas
riquezas… (v. 1).
Lectura: Proverbios 22:1-16
La Biblia en un año: Romanos 15:1-13
Mientras me hospedaba en un hotel de un pequeño
pueblo, noté que había movimiento en la iglesia al otro lado de la calle. La
gente estaba apretujada dentro del edificio, en tanto que otro grupo de jóvenes
y ancianos llenaba la acera. Cuando vi un coche fúnebre en la esquina, me di cuenta
de que era un funeral. Como había tanta gente, supuse que se trataba de algún
héroe local; quizá un empresario acaudalado o alguien famoso. Por curiosidad,
le dije al empleado del hotel: «¡Cuántos concurrentes para un funeral! Seguro
que es alguien muy conocido del pueblo».
«No —respondió—. No era ni rico ni famoso; era un
buen hombre».
Eso me trajo a la mente el sabio proverbio: «De más
estima es el buen nombre que las muchas riquezas» (Proverbios 22:1). Es una
buena idea pensar en el tipo de legado que les dejaremos a nuestros familiares,
amigos y vecinos. Desde la perspectiva de Dios, lo importante no es
nuestro currículo ni la cantidad de dinero que hemos acumulado, sino la clase
de vida que hemos llevado.
Cuando un amigo mío falleció, su hija escribió:
«Este mundo ha perdido a un hombre justo; ¡en este mundo, eso no es poca
cosa!». Esta clase de legado es lo que deberíamos procurar dejar para la gloria
de Dios.
Señor, ayúdame a vivir de una manera que te agrade
y que honre tu nombre.
Vive de tal manera que el legado de tu vida
glorifique a Dios.
Nuestro Pan Diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario