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domingo, 4 de septiembre de 2016

Hacer lo que Él dice



Andad en todo el camino que el Señor vuestro Dios os ha mandado… (v. 33).
Lectura: Deut. 5:28-33
La Biblia en un año: 1 Corintios 14:21-40
Necesitaba un tanque de agua subterráneo y sabía exactamente cómo lo quería, así que di instrucciones claras al constructor. Al día siguiente, cuando inspeccioné el proyecto, me incomodé al ver que no había seguido mis indicaciones. Había cambiado el plan y, por lo tanto, el efecto. La excusa que dio fue tan irritante como no haber seguido mis directivas.
Cuando lo vi rehacer el trabajo y mi frustración disminuía, sentí culpa: ¿Cuántas veces he necesitado rehacer las cosas en obediencia al Señor?
Así como los antiguos israelitas no hacían muchas veces lo que Dios les pedía, también nosotros solemos hacer las cosas como queremos. Pero la obediencia es lo esperado de nuestra relación creciente con Dios. Moisés dijo al pueblo: «Mirad, pues, que hagáis como el Señor vuestro Dios os ha mandado […]. Andad en todo el camino que el Señor vuestro Dios os ha mandado» (Deuteronomio 5:32-33). Mucho después de Moisés, Jesús exhortó a sus discípulos a confiar en Él y a amarse unos a otros.
Esta sigue siendo la clase de entrega que nos beneficia. Ahora que el Espíritu nos ayuda a obedecer, es bueno recordar que «Dios es el que en [nosotros] produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2:13).
Señor, gracias por todas las oportunidades que nos das.
Cuanto más cerca andamos con Dios, más claro vemos su guía.

Buena imitación
Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor… (v. 6).
Lectura: 1 Tesal 1:1-10
La Biblia en un año: 1 Corintios 14:1-20
«Hoy vamos a jugar a Imitación», dijo nuestro líder de niños a quienes estaban reunidos en torno a él para el sermón. «Yo nombraré algo y ustedes imitarán lo que hace. ¿Listos? ¡Gallina!». Los niños agitaron sus brazos y cacarearon. Luego, fueron un elefante, un jugador de fútbol y una bailarina. El último fue Jesús. Mientras algunos niños vacilaban, uno de seis años, con una gran sonrisa en su rostro, abrió sus brazos en señal de bienvenida. La congregación aplaudió.
¡Con qué facilidad olvidamos ser como Jesús en las situaciones de cada día! «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante» (Efesios 5:1-2).
Pablo elogió a los seguidores de Jesús en Tesalónica por su fe durante las circunstancias difíciles. Escribió: «Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor […] de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya» (1 Tesalonicenses 1:6-7).
La vida de Jesús en nosotros es lo que nos alienta y nos permite andar en este mundo como Él lo hizo, con la buena noticia del amor de Dios y con los brazos abiertos en señal de bienvenida a todos.
Señor Jesús, que podamos vivir tus palabras de invitación y bienvenida: «Venid a mí».
Los brazos de bienvenida de Jesús siempre están abiertos.
Nuestro Pan Diario
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