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sábado, 11 de febrero de 2012

Pacto con mis ojos

Lectura: Job 31:1-4
Hice pacto con mis ojos… —Job 31:1
Un amigo nuestro es experto en informática. Una noche, cuando nuestra familia fue de visita a su casa, observé un versículo bíblico pegado en el monitor de su computadora: «Hice pacto con mis ojos…» (Job 31:1). Evidentemente, entendía el potencial peligro de pasar horas a solas delante de un ordenador con fácil acceso a imágenes indecentes.
El «recordatorio del versículo» de nuestro amigo es una cita de Job, y sigue así: «¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?». Como muchos de nosotros, Job se había comprometido a mantenerse alejado de la lujuria. Al reflexionar en esa promesa, dijo: «¿No ve [Dios] mis caminos, y cuenta todos mis pasos?» (v. 4). La Biblia nos asegura que lo hace (Hebreos 4:13) y que somos responsables delante de Él. Por esta razón, los creyentes deben apartarse «de fornicación» (1 Tesalonicenses 4:3). Aunque algunos desean debatir sobre cuáles son los límites de la inmoralidad, la Biblia dice: «… cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» (Mateo 5:28).
Si has hecho un pacto con tus ojos, considera cómo pueden las Escrituras ayudarte a cumplir tu promesa. Pega un versículo en el monitor de tu computador, en el televisor o en el tablero de tu automóvil, y recuerda: «… no nos ha llamado Dios a inmundicia»,sino a santidad (1 Tesalonicenses 4:7).
—JBS
Una mirada que se prolonga puede generar pasiones descontroladas.

Defectuoso
Lectura: Génesis 27:6-23
… mi poder se perfecciona en la debilidad… —2 Corintios 12:9
Un actor famoso comentó que le gustaba representar en las películas personajes «con defectos» porque la gente podía relacionarse mejor con los individuos imperfectos. Casi todos coincidiríamos en que es más fácil entender a la gente que no es perfecta porque sabemos que nosotros también somos así.
Dios incluyóen la Biblia historias de personas mentirosas, débiles, desleales y coléricas. Por ejemplo, tomemos a Jacob, que engañó a su padre para recibir una bendición (Génesis 27:1-29). Después, tenemos a Gedeón, que desconfiaba tanto del Señor que le pidió que le demostrara dos veces que cumpliría fielmente lo que le había dicho que haría (Jueces 6:39). Y, más tarde, allí está Pedro, que por miedo a que lo mataran, negó incluso conocer a su amigo y Señor (Marcos 14:66-72).
No obstante, cuando leemos el resto de los relatos, observamos que estas personas, con la ayuda de Dios, pudieron superar sus defectos y serle finalmente útiles. Esto ocurrió cuando dependieron del Señor y no de sí mismos.
Tal como aquellas personas que vivieron hace miles de años, cada uno de nosotros nace con defectos, pero, por la gracia de Dios, podemos superar esas imperfecciones al aferrarnos a su «poder [que] se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).
—CHK
Es bueno aprender de nuestras debilidades si ellas nos hacen depender de la fortaleza de Dios.

NUESTRO PAN DIARIO

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