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viernes, 10 de marzo de 2017

Rey de las olas


[El Señor dijo:] Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas (v. 11).
Lectura: Job 38:1-18
La Biblia en un año: Deuteronomio 3–4 Marcos 10:32-52
El rey Canuto era uno de los hombres más poderosos de la Tierra en el siglo xi. Según la historia, ordenó que pusieran su silla a la orilla del mar mientras subía la marea. «Estás sujeto a mí —le dijo al mar—. Te ordeno que no cubras mi tierra, ni mojes la ropa ni las piernas de tu amo». Sin embargo, la marea siguió subiendo y le mojó los pies.
Esta historia suele relatarse para hablar del orgullo de Canuto. Pero, en realidad, se trata de la humildad. «Que el mundo entero sepa que el poder de los reyes no existe —agregó Canuto—, excepto el de Aquel cuya voluntad obedecen el cielo, la tierra y el mar». ¿La moraleja?: Dios es el único todopoderoso.
Job descubrió lo mismo. Todos somos pequeños comparados con Aquel que fundó la Tierra (Job 38:4-7), que manda que la noche termine y el día comience (vv. 12-13), que almacena la nieve y dirige las estrellas (vv. 22, 31-33). Hay un solo Rey de las olas, y no somos nosotros (v. 11; Mateo 8:23-27).
Es bueno recrear esta historia cuando uno empieza a jactarse de su propia inteligencia y capacidades. Vayamos a una playa y digámosle a la marea que se detenga, o tratemos de ordenarle al sol que no salga. De inmediato, recordaremos quién es el verdaderamente supremo y le daremos gracias por gobernar nuestras vidas.
Señor, me postro ante ti con humildad.
Dios es grande, nosotros somos pequeños, y eso es bueno.

Amar a la perfección
… [El amor] todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser… (vv. 7-8).
La Biblia en un año: Marcos 10:1-31
La voz le temblaba al hablar de los problemas que tenía con su hija. Preocupada por las amistades problemáticas de esta adolescente, la mamá le había confiscado el teléfono celular y la acompañaba a todas partes. La relación parecía ir de mal en peor.
Cuando hablé con la muchacha, descubrí que ama profundamente a su madre, pero que el amor asfixiante de la mamá la sofocaba. Anhelaba ser libre.
Al ser imperfectos, todos luchamos con las relaciones interpersonales. Seamos padres o hijos, solteros o casados, nos cuesta expresar amor de la manera adecuada, y decir y hacer lo correcto en el momento apropiado. El amor va madurando durante toda la vida.
En 1 Corintios 13, el apóstol Pablo describe el amor perfecto. Sus estándares suenan maravillosos, pero ponerlos en práctica puede resultar desalentador. Gracias a Dios, tenemos a Jesús como ejemplo. Al interactuar con personas con diversas necesidades y circunstancias, nos demostró cómo es el amor perfecto en acción. A medida que caminemos con Él, permanezcamos en su amor e impregnemos nuestra mente con su Palabra, lo reflejaremos cada vez más. Seguimos cometiendo errores, pero Dios puede resolverlos y sacar algo bueno de cada situación, ya que su amor «todo lo soporta» y «nunca deja de ser».
Señor, ayúdame a seguir tus ejemplos de amor.
Para mostrar su amor, Jesús murió por nosotros; para mostrar nuestro amor, nosotros vivimos para Él.
Nuestro Pan Diario
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