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viernes, 31 de marzo de 2017

La invitación más importante



A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed… (v. 1).
Lectura: Isaías 55:1-7
La Biblia en un año: Lucas 6:1-26
Hace un tiempo, en una misma semana, recibí varias invitaciones por email. Deseché de inmediato los correos donde me invitaban a asistir a seminarios «gratis» sobre retiro laboral, propiedades y seguros de vida. Pero la invitación a una reunión en honor a un amigo de años hizo que contestara al instante: «¡Sí! ¡Acepto!». Invitación + Deseo = Aceptación
Isaías 55:1 es una de las grandes invitaciones de la Biblia. El Señor le dijo a su pueblo en dificultades: «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche». Esta es la oferta más maravillosa de Dios de alimento para el alma, profunda satisfacción espiritual y vida eterna (vv. 2-3).
La invitación de Jesús se repite en el último capítulo de la Biblia: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente» (Apocalipsis 22:17).
A menudo, pensamos que la vida eterna empieza cuando uno muere. Pero, en realidad, comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor.
¡La invitación de Dios a encontrar vida eterna en Él es la más importante de todas! Invitación + Deseo = Aceptación.
Jesús, reconozco mis pecados y te acepto como mi Salvador.
Cuando aceptamos la invitación de Jesús a seguirlo, toda nuestra vida cambia de dirección.

Vida y muerte
Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra… (v. 24).
La Biblia en un año: Lucas 5:17-39
Nunca voy a olvidar haber estado sentada al lado de la cama del hermano de mi amiga cuando él murió. La sensación fue de que lo extraordinario visitaba lo común y corriente. Éramos tres los que conversábamos en voz baja cuando nos dimos cuenta de que Richard empezaba a tener dificultades para respirar. Lo rodeamos, mirándolo, esperando y orando. Cuando exhaló su último aliento, fue como un momento sagrado; la presencia de Dios nos envolvió en medio de las lágrimas tras la muerte de un hombre maravilloso de poco más de 40 años de edad.
Muchos héroes que compartían nuestra fe experimentaron la fidelidad de Dios cuando murieron. Por ejemplo, Jacob anunció que, en breve, se reuniría con los suyos (Génesis 49:29-33). Su hijo, José, mientras daba instrucciones a sus hermanos sobre cómo permanecer firmes en la fe, también anticipó que moriría pronto: «Yo voy a morir». Al parecer, tenía paz, pero estaba ansioso de que sus hermanos confiaran en el Señor (50:24).
Nadie sabe cuándo ni cómo dará su último aliento, pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a confiar en que Él estará a nuestro lado. Podemos tener la certeza de que Jesús está preparando un lugar para nosotros en la casa de su Padre (Juan 14:2-3).
Señor, que tu poder sobre la muerte y la esperanza del cielo sequen mis lágrimas.
El Señor nunca nos abandonará; en especial, en el momento de nuestra muerte.
Nuestro Pan Diario
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