…
¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió
este becerro (v. 24).
Lectura:
Éxodo 32:1-5, 19-26
La
Biblia en un año: Marcos 11:19-33
«Se
cometieron errores», dijo un gerente mientras se refería a la actividad ilegal
en la que se había involucrado su empresa. Parecía afligido, pero les echaba la
culpa a otros, sin admitir que él había hecho algo malo.
Algunos
«errores» son simplemente errores: conducir en la dirección equivocada,
olvidarse de poner la alarma y que la comida se queme, calcular mal el saldo de
la cuenta bancaria. Pero, además, hay actos deliberados que van mucho más allá,
a los que Dios llama pecado. Cuando Dios le preguntó a Adán y a Eva por qué
habían desobedecido, de inmediato, se culparon el uno al otro (Génesis 3:8-13).
Aarón negó su responsabilidad cuando el pueblo hizo un becerro de oro para
adorar en el desierto. Le explicó a Moisés: «me […] dieron [oro], y lo eché en
el fuego, y salió este becerro» (Éxodo 32:24). Como si dijera: «Se cometieron
errores».
A
veces, es más fácil culpar a otro que admitir nuestros errores. Así de
peligroso es también intentar minimizar nuestro pecado, llamándolo «un simple
error», y no reconocer su verdadera naturaleza.
Cuando
asumimos la responsabilidad, reconociendo nuestro pecado y confesándolo, el
Señor «es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad» (1 Juan 1:9). Dios ofrece a sus hijos perdón y restauración.
Señor,
enséñame a confesar mis pecados.
El
primer paso para recibir el perdón de Dios es admitir que lo necesitamos.
Pintar
un retrato
Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús (v. 5).
Lectura:
Filipenses 2:1-11
La
Biblia en un año: Marcos 11:1-18
La
Galería Nacional de Retratos, en Londres, Inglaterra, alberga un tesoro de
pinturas de diversas épocas; entre ellas, 166 imágenes de Winston Churchill y
94 de William Shakespeare. En el caso de los retratos más antiguos, quizá
nos preguntemos: ¿Eran realmente como se ven?
Por
ejemplo, hay ocho cuadros del patriota escocés William Wallace, (aprox. 1270 –
1305) pero es evidente que no tenemos fotos para compararlos. ¿Cómo sabemos si
los artistas lo representaron fielmente?
Algo
similar podría ocurrir con la semejanza de Jesús. Sin darse cuenta, quienes
creen en Cristo están dejando una imagen de Él en los demás. No con pinceles ni
óleos, sino con sus actitudes, sus acciones y sus amistades.
¿Estamos
pintando un retrato que muestra cómo es el corazón de Dios? Esto le preocupaba
al apóstol Pablo; por eso, escribió: «Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2:5). En su deseo de representar
fielmente al Señor, exhortó a sus seguidores a reflejar humildad, sacrificio
personal y compasión hacia los demás.
Alguien
dijo: «Somos el único Jesús que algunas personas verán en toda su vida». Si
procedemos «con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a
[uno] mismo» (v. 3), mostraremos al mundo el corazón y la actitud de Jesús.
Señor,
que mi vida muestre cómo eres.
El
sacrificio de Cristo por nosotros nos motiva a sacrificarnos por los demás.
Nuestro
Pan Diario
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