…
la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán
grande bosque enciende un pequeño fuego! (v. 5).
Lectura:
Santiago 3:3-12
La
Biblia en un año: Marcos 16
Un
domingo de septiembre, por la noche, mientras la mayoría de la gente dormía, se
desencadenó un pequeño fuego en la panadería de Thomas Farriner, en Pudding
Lane. Al instante, las llamas se extendieron de una casa a otra, y Londres se
vio envuelta en el Gran Incendio de 1666. Más de 70.000 personas quedaron sin
casa por fuego que arrasó el 80% de la ciudad. ¡Tanta destrucción por un
incendio tan pequeño!
La
Biblia nos advierte sobre otro fuego pequeño, pero destructivo. A Santiago le
interesaban las personas y la relación entre ellas, no los edificios; por eso,
escribió: «la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He
aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!» (Santiago 3:5).
Pero
nuestras palabras también pueden ser edificantes. Proverbios 16:24 nos
recuerda: «Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina
para los huesos». Y el apóstol Pablo dice: «Sea vuestra palabra siempre con
gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno»
(Colosenses 4:6). Como la sal sazona la comida, la gracia hace lo mismo con
nuestras palabras para edificar a los demás.
Con
la ayuda del Espíritu Santo, nuestras palabras pueden apagar incendios en vez
de provocarlos.
Señor,
ayúdame a transmitir esperanza y ánimo con mis palabras.
¿Cómo
serán hoy nuestras palabras?
Algo
anda mal
Cercano
está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu (v. 18).
Lectura:
Salmo 34:11-18
La
Biblia en un año: Marcos 15:26-47
La
mañana después de que nació nuestro hijo Allen, el médico se sentó cerca de mi
cama y dijo: «Algo anda mal». Nuestro bebé, tan perfecto por fuera, tenía un
defecto congénito y debía ser trasladado de inmediato a un hospital a más de
1.000 kilómetros para ser operado de urgencia.
Cuando
el médico te dice que algo anda mal con tu hijo, tu vida cambia. El temor puede
desmoralizarte y hacerte tambalear, y llevarte a buscar desesperadamente la
fortaleza de Dios para sostener a tu niño.
¿Puede
un Dios amoroso permitir esto? —te preguntas—. ¿Le importa mi bebé? ¿Dónde está
Él? Aquella mañana, estos y otros pensamientos sacudieron mi fe.
Cuando
mi esposo se enteró de la noticia, me dijo: «Jolene, oremos». Me tomó la mano y
dijo: «Padre, gracias por darnos a Allen. Es tuyo, Dios, no nuestro. Tú lo
amaste antes de que nosotros lo conociéramos. Acompáñalo; nosotros no podemos.
Amén».
Hiram
siempre ha sido un hombre de pocas palabras. Lucha para expresar sus ideas y, a
menudo, ni lo intenta, ya que sabe que yo tengo suficientes palabras para
llenar cualquier silencio. Sin embargo, el día en que mi corazón se rompió, mi
espíritu se devastó y mi fe se fue, Dios le dio a mi esposo la fuerza para
decir lo que yo no podía. A través de él, sentí que Dios estaba cerca.
— JP
Señor,
que tu Palabra me fortalezca hoy.
La
mejor clase de amigo es aquel que ora.
Después
de usted
…
Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo
iré a la izquierda (v. 9).
Lectura:
Génesis 13:1-18
La
Biblia en un año: Marcos 15:1-25
En
algunas culturas, se espera que un joven permita que una persona mayor entre
primero a una habitación. En otras, entra antes el individuo más importante o
de mayor rango. Al margen de las tradiciones, a veces, nos resulta difícil
dejar que otro elija primero en cuestiones importantes; en especial, cuando ese
derecho nos pertenece a nosotros.
Abram
(llamado después Abraham) y su sobrino Lot tenían tantos rebaños, ganado y
tiendas que la tierra no era suficiente para ambos mientras viajaban juntos.
Para evitar conflictos, Abram sugirió que se separaran, y permitió
generosamente que Lot escogiera primero. Su sobrino eligió el fértil valle del
Jordán, y le dejó a su tío la región menos deseada.
Abram,
en vez de imponer sus derechos como el mayor, confió su futuro a Dios:
«Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos […]. ¿No
está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si
fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a
la izquierda» (Génesis 13:8-9). Al final, la elección de Lot trajo
consecuencias terribles a toda su familia (ver Génesis 19).
Hoy,
al enfrentar diversas decisiones, podemos confiar en la guía de Dios. Él
prometió cuidarnos y suplir siempre nuestras necesidades.
Señor,
guíame hoy a elegir bien.
«Dios
siempre da lo mejor a aquellos que dejan la elección en sus manos». Jim Elliot
Nuestro
Pan Diario
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