El Espíritu del Señor… me ha enviado… a pregonar libertad a los cautivos… a poner en libertad a los oprimidos. Lucas 4:1
Al transgredir el único mandamiento que Dios dio (Génesis 2:17), Adán se convirtió en pecador. “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12). Desde entonces el hombre está sujeto a la servidumbre, pero a su tiempo Cristo vino. Él es el Redentor, el que libera de la esclavitud del mal. Produce este cambio radical llamado el nuevo nacimiento. Entonces podemos recibir la libertad, libertad en nuestra relación con Dios, a quien conocemos como nuestro Padre celestial. Libertad también en nuestra relación con los que nos rodean, a los cuales ya no vemos como inquietantes extraños, sino como personas a las que Dios ama y a quienes desea hacerse conocer. Y libertad interior por la acción del Espíritu Santo que produce en nuestra alma la liberación de las fuerzas del mal y al mismo tiempo el deseo y la capacidad de hacer el bien. Dios da gratuitamente la libertad a todos los que confían en Jesucristo. Éste es el Evangelio. Ser salvo por Jesús es ser liberado. Este hecho tiene dos aspectos:
– La liberación de todo lo que nos esclaviza.
– Tener la libertad cristiana para gozar de la verdadera vida.
El Señor Jesús es el Redentor, el Pastor, el Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios... El título de Redentor corresponde al primer aspecto: la liberación. Los nombres de Buen Pastor, Sumo Sacerdote e Hijo de Dios corresponden al segundo aspecto: la libertad cristiana. Enfocaremos sucesivamente estos dos aspectos.
(La serie «Libre en Cristo» continuará el próximo martes).
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Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
Al transgredir el único mandamiento que Dios dio (Génesis 2:17), Adán se convirtió en pecador. “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12). Desde entonces el hombre está sujeto a la servidumbre, pero a su tiempo Cristo vino. Él es el Redentor, el que libera de la esclavitud del mal. Produce este cambio radical llamado el nuevo nacimiento. Entonces podemos recibir la libertad, libertad en nuestra relación con Dios, a quien conocemos como nuestro Padre celestial. Libertad también en nuestra relación con los que nos rodean, a los cuales ya no vemos como inquietantes extraños, sino como personas a las que Dios ama y a quienes desea hacerse conocer. Y libertad interior por la acción del Espíritu Santo que produce en nuestra alma la liberación de las fuerzas del mal y al mismo tiempo el deseo y la capacidad de hacer el bien. Dios da gratuitamente la libertad a todos los que confían en Jesucristo. Éste es el Evangelio. Ser salvo por Jesús es ser liberado. Este hecho tiene dos aspectos:
– La liberación de todo lo que nos esclaviza.
– Tener la libertad cristiana para gozar de la verdadera vida.
El Señor Jesús es el Redentor, el Pastor, el Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios... El título de Redentor corresponde al primer aspecto: la liberación. Los nombres de Buen Pastor, Sumo Sacerdote e Hijo de Dios corresponden al segundo aspecto: la libertad cristiana. Enfocaremos sucesivamente estos dos aspectos.
(La serie «Libre en Cristo» continuará el próximo martes).
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