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lunes, 12 de octubre de 2009

Viviendo en un cuerpo vivificado

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11
Cristo vino para redimirnos de toda maldición del pecado, de la enfermedad, de la miseria y de la muerte. Ahora que usted tiene a Cristo, dentro suyo hay vida eterna en abundancia. Y también dentro suyo está el Espíritu Santo de Dios revelando la Palabra y encaminando su vida hacia un destino mejor. Así que usted tiene que saber que no sólo algunas áreas de su vida están bendecidas sino todas, y ellas incluyen el área de la salud.
Algunas personas dicen y lo piensan: “la vejez no viene sola”. Pero se están olvidando de lo que dice la Palabra de Dios: “El Espíritu que levantó a Cristo de los muertos está vivificando su cuerpo”. Su cuerpo recibe la vida de Dios porque tiene a Cristo morando dentro suyo. Entonces usted tiene que recibir esa bendición. Crea que la tiene y recíbala. Si hasta ahora usted no lo sabía o lo había dejado de lado, es hora de que comience a dejar que se manifieste en su vida. Recuerde que si tiene vida en abundancia tiene salud y ninguna enfermedad podrá dominar su cuerpo.
Así que en este día si tiene alguna dolencia o alguna enfermedad que ha estado en su cuerpo por mucho tiempo, lo invito a que declare conmigo estas palabras y a que se posicione de esta manera tomando autoridad sobre ellas diciendo:
Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo y yo deseo estar en buena salud. Busco la verdad que me hace libre, espiritual y naturalmente, a través de buenos hábitos de comida, medicamentos -si son necesarios- ejercicio y un apropiado descanso. Yo deseo glorificar al Padre no sólo con mi espíritu sino también con mi cuerpo porque fui comprado a un alto precio por él y todo mi ser le pertenece. La Palabra dice que Jesús se llevó en la cruz del Calvario todas mis aflicciones (dolores) y mis tristezas (enfermedades), fue atravesado por mis transgresiones, molido por mis iniquidades y por sus llagas fui curado. Entonces hoy recibo esa sanidad divina en mi cuerpo y declaro que ya estoy sano. Me mantendré enfocado en esta palabra, día y noche meditaré en ella y la confesaré. Y lo más importante la creeré.
Oración: Padre, gracias porque sé que ya he recibido la sanidad en todo mi cuerpo, en mi espíritu y también en mi alma. ¡Estoy sano! En el nombre de Jesús, amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.

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