“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.” Lucas 10:19
En algún momento de la vida todos hemos sido agraviados, heridos, maltratados o engañados. Algo nos toma desprevenidos y queremos justicia o venganza. Y así todo se pone más espinoso, incluso para nosotros. Nadie sale ganando.
La próxima vez que intenten herirlo ponga a actuar el poder de Dios.
Para ello, primero deberá identificar al enemigo. Sea cuidadoso en esto porque es aquí donde generalmente nos equivocamos, identificamos como enemigo a la persona que nos lastima y no al diablo que está detrás de esas acciones. Por lo tanto, no pierda su energía gritando, enfureciéndose o tramando algo contra la persona que le causó el dolor. Él o ella están bajo la influencia del diablo. Y usted debe apuntar al blanco correcto.
Al hacerlo, ¡dispare! Use la Palabra de Dios, el nombre de Jesús y el poder que se le dio como creyente e impídale que le cause más daño. Usted tiene la autoridad. Declárele: “¡diablo, estás vencido!”.
Por último, haga la oración de intercesión por la persona que lo agravió. (Mateo 5:44-45) No pida que nada malo le pase, eso no es actuar como su Padre. Usted debe bendecirla y orar por ella.
Le aseguro que si usted actúa en el poder del amor de Dios, el diablo lo pensará dos veces antes de volver a molestarlo.
Oración: Padre, perdono a los que me han agraviado y herido. Extiendo tu amor hacia ellos y los bendigo. Declaro ahora que ningún arma del enemigo forjada contra mí prosperará. En el nombre de Jesús. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.
En algún momento de la vida todos hemos sido agraviados, heridos, maltratados o engañados. Algo nos toma desprevenidos y queremos justicia o venganza. Y así todo se pone más espinoso, incluso para nosotros. Nadie sale ganando.
La próxima vez que intenten herirlo ponga a actuar el poder de Dios.
Para ello, primero deberá identificar al enemigo. Sea cuidadoso en esto porque es aquí donde generalmente nos equivocamos, identificamos como enemigo a la persona que nos lastima y no al diablo que está detrás de esas acciones. Por lo tanto, no pierda su energía gritando, enfureciéndose o tramando algo contra la persona que le causó el dolor. Él o ella están bajo la influencia del diablo. Y usted debe apuntar al blanco correcto.
Al hacerlo, ¡dispare! Use la Palabra de Dios, el nombre de Jesús y el poder que se le dio como creyente e impídale que le cause más daño. Usted tiene la autoridad. Declárele: “¡diablo, estás vencido!”.
Por último, haga la oración de intercesión por la persona que lo agravió. (Mateo 5:44-45) No pida que nada malo le pase, eso no es actuar como su Padre. Usted debe bendecirla y orar por ella.
Le aseguro que si usted actúa en el poder del amor de Dios, el diablo lo pensará dos veces antes de volver a molestarlo.
Oración: Padre, perdono a los que me han agraviado y herido. Extiendo tu amor hacia ellos y los bendigo. Declaro ahora que ningún arma del enemigo forjada contra mí prosperará. En el nombre de Jesús. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.
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