A libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
Gálatas 5:13
«Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos», escribió Martín Lutero en 1520. ¿Por qué esta aparente contradicción? Porque la libertad cristiana está íntimamente unida al amor, al que le gusta servir, entregarse. El amor producido por el Espíritu Santo (Romanos 5:5) hace brotar una vida espontánea, alegre, que se pone libremente al servicio del prójimo y que encuentra su felicidad en cumplir la voluntad de Dios.
La libertad que Cristo confiere conduce, pues, a ponerse los unos al servicio de los otros. Ésta es la paradoja de la libertad. Mi verdadera libertad consiste en ser plenamente tal como Dios mi Creador y Redentor me quiere. Ahora bien, Dios me ha creado para amarlo y amar a mi prójimo.
Nadie es libre como lo era Jesús. Él nos muestra lo que es la verdadera libertad, diciendo: “Yo hago siempre lo que le agrada” (a Dios, el Padre, Juan 8:29). “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Mateo 20: 28). Y especialmente por nosotros dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24).
(La serie «Libre en Cristo» continuará el próximo martes).
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Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
Gálatas 5:13
«Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos», escribió Martín Lutero en 1520. ¿Por qué esta aparente contradicción? Porque la libertad cristiana está íntimamente unida al amor, al que le gusta servir, entregarse. El amor producido por el Espíritu Santo (Romanos 5:5) hace brotar una vida espontánea, alegre, que se pone libremente al servicio del prójimo y que encuentra su felicidad en cumplir la voluntad de Dios.
La libertad que Cristo confiere conduce, pues, a ponerse los unos al servicio de los otros. Ésta es la paradoja de la libertad. Mi verdadera libertad consiste en ser plenamente tal como Dios mi Creador y Redentor me quiere. Ahora bien, Dios me ha creado para amarlo y amar a mi prójimo.
Nadie es libre como lo era Jesús. Él nos muestra lo que es la verdadera libertad, diciendo: “Yo hago siempre lo que le agrada” (a Dios, el Padre, Juan 8:29). “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Mateo 20: 28). Y especialmente por nosotros dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24).
(La serie «Libre en Cristo» continuará el próximo martes).
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