Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 2 Corintios 3:17
Dios nos ha dado su Espíritu, quien nos conduce por esta nueva vida de libertad y alegría. Nos da a conocer a Cristo (Juan 16:14), apartándonos de nosotros mismos a fin de orientarnos hacia el Señor Jesús para amarlo y obedecerle. También nos da la convicción de ser hijos de Dios (Romanos 8:16).
El cielo se alegra cuando los cristianos son libres y felices (Lucas 15:32). El Señor desea que gocemos, a través de su Espíritu, de una vida rica y abundante (Juan 7:38; 10:10). Jesús dice: “El que por mí entrare, será salvo… y hallará pastos” (Juan 10:9). Él nos ha dado todas las cosas para que las disfrutemos, echando “mano de la vida que lo es en verdad” (1 Timoteo 6:17-19, V.M.). Lo hace para que a nuestra vez tengamos el privilegio de bendecir y dar libremente: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
Procuremos no entristecer al Espíritu Santo debido al pecado. Al contrario, seamos llenos del Espíritu, abandonándonos completamente al amor del Padre, sometiéndonos a la autoridad llena de amor del Señor y aprendiendo a vivir por la fe y la confianza en él. Entonces gozaremos verdaderamente de la libertad cristiana. Esto es verdad tanto desde el punto de vista individual y familiar como desde el colectivo, el de la Iglesia. En las reuniones de iglesia, en el ejercicio de los dones espirituales (1 Corintios 12:11) y en la comprensión de la Escritura, ¡que Dios nos conceda dejarnos conducir verdaderamente por su Espíritu!
(La serie «Libre en Cristo» continuará mañana).
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© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
Dios nos ha dado su Espíritu, quien nos conduce por esta nueva vida de libertad y alegría. Nos da a conocer a Cristo (Juan 16:14), apartándonos de nosotros mismos a fin de orientarnos hacia el Señor Jesús para amarlo y obedecerle. También nos da la convicción de ser hijos de Dios (Romanos 8:16).
El cielo se alegra cuando los cristianos son libres y felices (Lucas 15:32). El Señor desea que gocemos, a través de su Espíritu, de una vida rica y abundante (Juan 7:38; 10:10). Jesús dice: “El que por mí entrare, será salvo… y hallará pastos” (Juan 10:9). Él nos ha dado todas las cosas para que las disfrutemos, echando “mano de la vida que lo es en verdad” (1 Timoteo 6:17-19, V.M.). Lo hace para que a nuestra vez tengamos el privilegio de bendecir y dar libremente: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
Procuremos no entristecer al Espíritu Santo debido al pecado. Al contrario, seamos llenos del Espíritu, abandonándonos completamente al amor del Padre, sometiéndonos a la autoridad llena de amor del Señor y aprendiendo a vivir por la fe y la confianza en él. Entonces gozaremos verdaderamente de la libertad cristiana. Esto es verdad tanto desde el punto de vista individual y familiar como desde el colectivo, el de la Iglesia. En las reuniones de iglesia, en el ejercicio de los dones espirituales (1 Corintios 12:11) y en la comprensión de la Escritura, ¡que Dios nos conceda dejarnos conducir verdaderamente por su Espíritu!
(La serie «Libre en Cristo» continuará mañana).
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