Continúa con las reflexiones basadas en Mateo 5: 13 – 16.
Somos cristianos y como tales, la meta personal más buscada y deseada, debe ser parecernos más y más a Cristo en todos los aspectos de nuestras vidas personales y familiares y también como Iglesia Cristiana Evangélica Bautista. Son todos “nombres” que designan y orientan nuestras metas y objetivos. Estas reflexiones de Noviembre en El Heraldo y los sermones dominicales en el templo, tienen estas finalidades. Reconocemos que se hace cada vez más difícil vivir al modo de Cristo. Las presiones nos complican los profundos deseos que tenemos de seguir y servir a Cristo. Poco a poco la pureza del Cuerpo de Cristo en el mundo se diluye y los cristianos se alejan del Modelo de Jesús colocando prioridades y conductas que en nada Glorifican a Dios. Esto ocurre habitualmente en cristianos no comprometidos, superficiales y al decir de San Pablo, “cristianos carnales” que son arrastrados como las nubes de acuerdo al viento que sopla. Pensando en las dos metáforas que nos presenta Jesús en el pasaje elegido para este mes, Sal y Luz del mundo, debemos preguntarnos si estamos cumpliendo esas funciones. En todo el mundo hay nubes oscuras que traen vientos y tormentas que llegan rápidamente y a veces inesperadamente. Esas oscuras nubes tapan, ocultan la luz del sol y a pleno día una zona queda en tinieblas hasta que se descarga esa tormenta produciendo inundaciones, destrozos. Así ha ocurrido por ejemplo, con la nube del materialismo y consumismo despiadado que ha generado una voracidad insaciable por poseer más dinero, más equipos de última generación, mejor confort en las viviendas. Y ese hambre insaciable se transformó en ambición sin límites. Otra nube instalada y destinada a quedarse, es la violencia en todos los órdenes de la vida: en el lenguaje familiar, en el lenguaje público en los Medios de Comunicación. Violencia deportiva; violencia doméstica – cada 45 minutos en Uruguay hay una denuncia de violencia familiar. Nubes que ponen a las personas unas contra las otras en posiciones políticas, financieras y de otros órdenes. Violencia a través de la justificación e implementación de leyes contra la vida generada por su Autor, Dios, pues eso es el aborto legalizado y el no legalizado. Los cristianos no defendemos que se legalicen matanzas de bebés en los vientres de sus madres. Tampoco justificamos las guerras entre seres humanos que destruyen las vidas de otros seres humanos. ¿Dónde quedó el “No matarás” dictado por Dios?
No aprobamos ni apoyamos ninguna ley que autoriza a dos hombres o dos mujeres a contraer matrimonio legalizado y menos aún con el respaldo de las mal llamadas iglesias cristianas. Menos respaldamos la adopción de niños por esas personas promiscuas. Hay dolor, hay tristeza en nuestro país y en todo el mundo con la nube del hambre… Más de mil millones de personas pasan hambre cada día en el mundo. Las nubes oscuras ponen a los seres humanos unos contra otros, dividiendo familias y naciones enteras. Y la Iglesia de Cristo está en este mundo, aunque cabe recordar que NO es de este mundo. Es el Cuerpo de Cristo que está en el mundo para dar sabor y detener la corrupción (sal) y está también para alumbrar y disipar éstas y otras tinieblas (Luz). ¿Qué ocurre cuando los cristianos dejan de ser sal y luz del mundo? Eso quiere Satanás, neutralizar primero y destruir luego a la Iglesia, testimonio del Evangelio en el mundo. Por ello hoy le animo a usted a pensar y a actuar conforme a lo que somos: Hijos de Dios, sal y luz de la sociedad. Tenga cuidado de no caer en las tinieblas, por ejemplo del materialismo. Muchos cristianos justifican la actual situación, de acuerdo a su propia prosperidad personal y familiar. Dicen “el sistema actual me ha dado prosperidad financiera, por lo tanto eso es bueno”. La falsa teología de la prosperidad instalada en la iglesia, genera desidia espiritual y aislamiento. No estamos en el mundo para apoyar, dar tiempo y dinero a causas ajenas al Cuerpo de Cristo. Todo lo que somos y hacemos debe ser hecho para honrar a Cristo y extender Su Evangelio de Salvación. Su tiempo, dinero y recursos deberían ser dedicados mayormente a Dios y a Su Obra de ser sal y luz del mundo. Le aseguro que no escribo estas frases y predico los sermones de este mes, con alegría, sino con profunda tristeza por la descomposición imperante. Pero tengo claro que se va cumpliendo en el mundo lo que anunció Jesús: “el aumento de la maldad”. Mientras aguardamos ir al Señor a través de la muerte o que Él venga pronto y lleve a Su Iglesia con Él, nuestra vida moral, espiritual, familiar y como iglesia, debe ser la de honrar a Cristo en todas nuestras costumbres.
Fuente: Pastor Lemuel Larrosa – (Tomado de “El Heraldo” de la PIEBU), Pastor de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Uruguay. www.Iglesiaenmarcha.net
Somos cristianos y como tales, la meta personal más buscada y deseada, debe ser parecernos más y más a Cristo en todos los aspectos de nuestras vidas personales y familiares y también como Iglesia Cristiana Evangélica Bautista. Son todos “nombres” que designan y orientan nuestras metas y objetivos. Estas reflexiones de Noviembre en El Heraldo y los sermones dominicales en el templo, tienen estas finalidades. Reconocemos que se hace cada vez más difícil vivir al modo de Cristo. Las presiones nos complican los profundos deseos que tenemos de seguir y servir a Cristo. Poco a poco la pureza del Cuerpo de Cristo en el mundo se diluye y los cristianos se alejan del Modelo de Jesús colocando prioridades y conductas que en nada Glorifican a Dios. Esto ocurre habitualmente en cristianos no comprometidos, superficiales y al decir de San Pablo, “cristianos carnales” que son arrastrados como las nubes de acuerdo al viento que sopla. Pensando en las dos metáforas que nos presenta Jesús en el pasaje elegido para este mes, Sal y Luz del mundo, debemos preguntarnos si estamos cumpliendo esas funciones. En todo el mundo hay nubes oscuras que traen vientos y tormentas que llegan rápidamente y a veces inesperadamente. Esas oscuras nubes tapan, ocultan la luz del sol y a pleno día una zona queda en tinieblas hasta que se descarga esa tormenta produciendo inundaciones, destrozos. Así ha ocurrido por ejemplo, con la nube del materialismo y consumismo despiadado que ha generado una voracidad insaciable por poseer más dinero, más equipos de última generación, mejor confort en las viviendas. Y ese hambre insaciable se transformó en ambición sin límites. Otra nube instalada y destinada a quedarse, es la violencia en todos los órdenes de la vida: en el lenguaje familiar, en el lenguaje público en los Medios de Comunicación. Violencia deportiva; violencia doméstica – cada 45 minutos en Uruguay hay una denuncia de violencia familiar. Nubes que ponen a las personas unas contra las otras en posiciones políticas, financieras y de otros órdenes. Violencia a través de la justificación e implementación de leyes contra la vida generada por su Autor, Dios, pues eso es el aborto legalizado y el no legalizado. Los cristianos no defendemos que se legalicen matanzas de bebés en los vientres de sus madres. Tampoco justificamos las guerras entre seres humanos que destruyen las vidas de otros seres humanos. ¿Dónde quedó el “No matarás” dictado por Dios?
No aprobamos ni apoyamos ninguna ley que autoriza a dos hombres o dos mujeres a contraer matrimonio legalizado y menos aún con el respaldo de las mal llamadas iglesias cristianas. Menos respaldamos la adopción de niños por esas personas promiscuas. Hay dolor, hay tristeza en nuestro país y en todo el mundo con la nube del hambre… Más de mil millones de personas pasan hambre cada día en el mundo. Las nubes oscuras ponen a los seres humanos unos contra otros, dividiendo familias y naciones enteras. Y la Iglesia de Cristo está en este mundo, aunque cabe recordar que NO es de este mundo. Es el Cuerpo de Cristo que está en el mundo para dar sabor y detener la corrupción (sal) y está también para alumbrar y disipar éstas y otras tinieblas (Luz). ¿Qué ocurre cuando los cristianos dejan de ser sal y luz del mundo? Eso quiere Satanás, neutralizar primero y destruir luego a la Iglesia, testimonio del Evangelio en el mundo. Por ello hoy le animo a usted a pensar y a actuar conforme a lo que somos: Hijos de Dios, sal y luz de la sociedad. Tenga cuidado de no caer en las tinieblas, por ejemplo del materialismo. Muchos cristianos justifican la actual situación, de acuerdo a su propia prosperidad personal y familiar. Dicen “el sistema actual me ha dado prosperidad financiera, por lo tanto eso es bueno”. La falsa teología de la prosperidad instalada en la iglesia, genera desidia espiritual y aislamiento. No estamos en el mundo para apoyar, dar tiempo y dinero a causas ajenas al Cuerpo de Cristo. Todo lo que somos y hacemos debe ser hecho para honrar a Cristo y extender Su Evangelio de Salvación. Su tiempo, dinero y recursos deberían ser dedicados mayormente a Dios y a Su Obra de ser sal y luz del mundo. Le aseguro que no escribo estas frases y predico los sermones de este mes, con alegría, sino con profunda tristeza por la descomposición imperante. Pero tengo claro que se va cumpliendo en el mundo lo que anunció Jesús: “el aumento de la maldad”. Mientras aguardamos ir al Señor a través de la muerte o que Él venga pronto y lleve a Su Iglesia con Él, nuestra vida moral, espiritual, familiar y como iglesia, debe ser la de honrar a Cristo en todas nuestras costumbres.
Fuente: Pastor Lemuel Larrosa – (Tomado de “El Heraldo” de la PIEBU), Pastor de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Uruguay. www.Iglesiaenmarcha.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario