Custodia celestial

“Bendecid a Jehová vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
obedeciendo a la voz de su precepto” Salmo 103:20
Dios tiene un gran ejército angelical. La Biblia así lo revela. Son ministradores de los herederos de la salvación. En primer lugar son servidores de Dios, pero también son servidores de los hijos de Dios.
Los ángeles juegan un papel muy importante dentro de lo que es la revelación espiritual y la manifestación de lo que está preparado para nuestra vida.
Cuando alguien se pregunta qué tipo de ministerio tienen los ángeles, tiene que saber que es el de ejecutar la Palabra de Dios. Se ponen en línea con lo que Dios habla, pero también con lo que nosotros decimos en coincidencia con la Palabra de Dios.
Los ángeles prestan oído a lo pronunciado por usted. Atienden a lo declarado por sus labios, toman la palabra y hacen que suceda. Sólo escuchan la Palabra de Dios y tienen voluntad para moverse.
El movimiento angelical comienza a fluir de tal manera que usted experimenta cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre. Cosas que Dios tiene preparadas para los que le aman y aman su Palabra.
Lo que Dios tiene preparado, funciona en el sistema y mecanismo que Él mismo creó. Activando los principios, obedeciéndole, hablando la Palabra, cambiando las circunstancias por el poder de la Palabra de Dios.
Llame a la bendición. Llame a la victoria y vendrán a su vida. Sólo se activan con la Palabra.
Hay ángeles desocupados, buscando a personas que declaren palabras de fe.
Dios preparó a estos ángeles para guiarnos a establecer nuestra vida en victoria. A Él le place que hablemos su Palabra. Los ángeles se activarán y verán que esa palabra se cumpla.
No permita que su boca hable retroceso, ni que lo lleve a la duda y a las excusas. Hable con fe y autoridad la Palabra de Dios.
Oración: Padre, ponemos guarda a nuestra boca. Hablaremos palabra de fe y sabemos que contamos con un ejército de ángeles a nuestro favor.
En el nombre de Jesús te damos gracias. Amén.
Por. Rev. Juan O.Crudo.