Génesis 4.11-12 (RVR60)
11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
¿Estas sembrando semillas pero no recibes la cosecha que Dios dice que tienes que recibir?
Puedes sembrar constantemente y, según la palabra, si hay ofensa en tu corazón, no habrá frutos. Esta puede ser la respuesta que estabas buscando al por qué estas sembrando y cosechando poco. La ofensa no solo afecta tu relación con el Señor, sino tu éxito en la vida, en tu destino, y tendrá un efecto directo en tus finanzas.
En la historia de Caín y Abel, por causa de una ofensa, la vida de Caín se arruinó.
Se ofendió, y su vida no fue más fructífera. Se volvió un vagabundo, yendo de aquí para allá sin dar fruto en un lugar preciso.
Si no estamos recibiendo la clase de cosecha según la semilla, es probable que en nuestro corazón tengamos dolor en contra de alguien.
Veamos lo que dice Jesús: __________________________________________________
Mateo 5.21-25 (RVR60)
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Tu comportamiento puede detener tu cosecha de su manifestación. No importa cuanto te hayan lastimado, no vas a ir mas lejos en la vida si la ofensa no es removida. Tener rencor en el corazón es como tener una raíz plantada muy profunda. Uno tiene que mirar ese jardín constantemente, observar en el corazón.
Es hora de analizar nuestras actitudes, porque tienen efecto directo en la clase de cosecha que recibimos.
¡No dejes que un insulto o una ofensa te roben tu cosecha!
Pablo Sebastian Crudo
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