No nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Mateo 6:13
El que piensa estar firme, mire que no caiga… fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:12-13
Experimentar el perdón de Dios no debe volvernos tolerantes con respecto al pecado. Al contrario, cuanto más conscientes somos de la gracia de Dios, tanto más debemos temer de deshonrarle. Jesús nos enseña a implorar la protección divina para no ser vencidos por las tentaciones. Pueden surgir en circunstancias adversas: en la enfermedad, la pobreza o la humillación. Corremos el riesgo de endurecernos, de volvernos amargos y dudar de la bondad de Dios. Pero las tentaciones también nos acechan cuando la vida nos sonríe. Entonces es grande el peligro de caer en el orgullo y el egoísmo.
De hecho, la tentación nos confronta a una elección: o hacemos nuestra propia voluntad, o confiamos en Dios para obedecerle, cueste lo que cueste. Todos nos sentimos débiles ante tal elección. Por esa razón le pedimos humildemente a Dios que no seamos expuestos a la tentación ni colocados en situaciones en las que el mal podría dominarnos. Y conociendo nuestra debilidad, nosotros mismos buscamos evitar esas ocasiones.
Agregamos a nuestra oración: “Líbranos del mal”. Con esto reclamamos un favor que está a nuestro alcance por la victoria de Jesús: victoria sobre el mal, sobre el tentador y sobre el mundo.
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© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
El que piensa estar firme, mire que no caiga… fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:12-13
Experimentar el perdón de Dios no debe volvernos tolerantes con respecto al pecado. Al contrario, cuanto más conscientes somos de la gracia de Dios, tanto más debemos temer de deshonrarle. Jesús nos enseña a implorar la protección divina para no ser vencidos por las tentaciones. Pueden surgir en circunstancias adversas: en la enfermedad, la pobreza o la humillación. Corremos el riesgo de endurecernos, de volvernos amargos y dudar de la bondad de Dios. Pero las tentaciones también nos acechan cuando la vida nos sonríe. Entonces es grande el peligro de caer en el orgullo y el egoísmo.
De hecho, la tentación nos confronta a una elección: o hacemos nuestra propia voluntad, o confiamos en Dios para obedecerle, cueste lo que cueste. Todos nos sentimos débiles ante tal elección. Por esa razón le pedimos humildemente a Dios que no seamos expuestos a la tentación ni colocados en situaciones en las que el mal podría dominarnos. Y conociendo nuestra debilidad, nosotros mismos buscamos evitar esas ocasiones.
Agregamos a nuestra oración: “Líbranos del mal”. Con esto reclamamos un favor que está a nuestro alcance por la victoria de Jesús: victoria sobre el mal, sobre el tentador y sobre el mundo.
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