Por. Luis Eduardo Cantero*
Todas las mañanas a las seis, como parte de mí compromiso con Dios, me levanto a adorar, meditar y orar. El texto que leí me invitaba a reflexionar sobre nuestra vida, ministerio a no dejarnos llevar por las ideas de este mundo, a los deseos materiales, no os conforméis a este mundo material. El apóstol Pablo nos invita a cambiar nuestra manera de pensar para que lógicamente cambie nuestra manera de vivir la vida, el ministerio, etc. (Rom. 12: 2). El cambiar implica dejarnos guiar por Su Palabra, porque allí conoceremos la voluntad de Dios, que es perfecta. Como lo afirma la versión inglesa. La pregunta que surge es ¿a cambiar en qué? A cambiar nuestra manera de pensar con respecto a nuestra vida como creyentes y ministros de Dios; pues si esto cambia, cambiará nuestra manera de vivir el hoy. Hay muchos colegas (pastores) que creen que están haciendo la voluntad de Dios, creen que Dios les ha llamado a este santo ministerio, han estudiado en un Seminario, creen que han escuchado la llamada de Dios, pero están confundido con su ministerio, han confundido sus deseos (de un trabajo fácil, de hacer dinero, de abusar de la buena fe de los creyentes, etc.) con los deseos de Dios.
Un ejemplo a citar, no solo sucede en Argentina, acontece en otros lugares del mundo. Estuve en una iglesia bautista, hace cinco años como miembro, rodeado de dos pastores, el uno muy entregado en las cosas de Dios, con el tiempo Dios lo llevó a otra Iglesia Bautista más grande, pues hacia lo que Dios le decía, sus mensajes ricos que nos animaban a seguir adelante. En cambio, el otro pastor que se quedó, que logró que la iglesia lo contratara a tiempo completo, pasó el tiempo, nunca vi ese compromiso espiritual con el Dios de la vida, eso se reflejaba en los mensajes, estudios bíblicos, faltaba esa sazón espiritual, que en el lenguaje bíblico pentecostal unción, la iglesia cada vez más vacía ni que decir de los cultos de oración, parecía más un lugar para llorar de la tristeza al ver que su vida no hacia mover ni al mismo demonio. Una vez le hice un comentario y junto nos preguntamos, cosa que a él no le gustó ¿Cuál es el llamado de Dios en nuestra vida? Era el titulo de mi estudio bíblico, fue mi último estudio en esa Iglesia Bautista de Bs As. No me volvió a invitar a enseñar, hasta la fecha vive resentido no me saluda. Yo solo predique un mensaje que Dios me dio para que juntos reflexionáramos.
Según él, como otros justifican su error, dicen que el Señor le llamó, pero ni su vida, ni ministerio han dado resultado, no tienen espíritu de liderazgo, tampoco están lleno del Espíritu Santo, viven la vida sin fe, lo que lo hacen vivir a merced del trabajo fácil de poco esfuerzo, del salario eclesial. Me pregunto por que sigue allí, pienso que sigue por la misericordia de Dios y de una iglesia conformista que no le interesa cumplir la misión de Dios. A eso, se añade a la familia de la esposa del pastor asalariado, que lo trajo de otra iglesia, donde no hizo nada, para ésta iglesia para que tuviera un sueldo mejor. Ellos hacen el papel de Dios, quieren suplir sus necesidades, que no les falte nada. Aunque el hombre no de fruto en esa iglesia, la familia no le ayuda en nada, porque está obstaculizando su verdadero ministerio, tal vez Dios lo llamó a ser un diacono u otro ministerio, que ejerciera una profesión. Todo, tiene su tiempo, llegará ese momento que tendrá que salir de esa iglesia y terminará amargado y fracasado; por su culpa de haber confundido sus deseos, los deseos de los otros con los deseos de Dios. Tal vez, lo hubiese preparado en una carrera universitaria, se refugió como le sucede a algunos seminaristas por no haber podido ingresar a una Facultad Universitaria o lograr un espacio en el mercado laboral. Ingresaron a un Seminario, así lograrían un trabajo fácil, sencillo y sin esfuerzo. Eso indica que nunca escucharon ni conocen la voz del Señor. A veces por el oír nuestros deseos y los deseos de los demás. No alcanzamos a diferenciar nuestros deseos y los deseos de Dios que tiene para cada creyente, especial al santo ministerio.
Muchas veces escuché la voz de mis deseos, de seguir mi profesión y tener riqueza. Era una lucha interna, pero escuché la voz de mi Señor, que me mostraba el verdadero camino de servirle en Su reino. Mis planes fueron cambiado, porque cambió mi manera de pensar, cambió mi forma de vivir la vida, por ello decidí estudiar Teología para seguir mi carrera pastoral y educativa. Dios me ha dado el privilegio de estudiar en diferentes partes del mundo, he avanzado desde la Licenciatura pasando por posgrados hasta culminar con un doctorado, he podido viajar, investigar y escribir para las nuevas generaciones. Amo lo que hago, no tengo riqueza, ni algo seguro, pero tengo una riqueza espiritual y académica que me ha permitido capacitar a los futuros pastores y ministros del Señor. Eso es más que una riqueza material, sé que mi jefe y mentor es Jehová, porque él es mi pastor nada me faltará…
Amo servirle y espero junto al don de la enseñanza pastorear Su iglesia, porque a eso primero Dios me llamó. Así como doy fruto en el don de la enseñanza universitaria y teológica en los Seminarios, como en otras entidades universitarias donde he regentado cátedra. De la misma manera deseo dar resultados en el ministerio pastoral en una iglesia; porque amar servir, es amar lo que Dios ama, y él ama sus ovejas. Hacer eso es cumplir la invitación dada al apóstol Pedro: apacentar, cuidar y proteger sus ovejas. Así como dedico el tiempo necesario para preparar mis clases… Amo hacer las cosas bien para mi Señor. No quiero ser uno más del montón, tampoco estar en un lugar puesto por familiares o haber lamido la suela a alguien para lograr un puesto en una iglesia, Seminario, universidad o que sé yo. Eso es pensar a la manera de este mundo. Pablo era conocedor de estas cosas, por eso nos anima y desafía a pensar y actuar a la manera de Dios que el Señor nos ayude a oír su voz para conocer y seguir el llamado que él nos ha hecho a un ministerio especifico en un lugar especifico. Que Dios te siga bendiciendo en tu vida y ministerio, espero vuestro comentario.
Todas las mañanas a las seis, como parte de mí compromiso con Dios, me levanto a adorar, meditar y orar. El texto que leí me invitaba a reflexionar sobre nuestra vida, ministerio a no dejarnos llevar por las ideas de este mundo, a los deseos materiales, no os conforméis a este mundo material. El apóstol Pablo nos invita a cambiar nuestra manera de pensar para que lógicamente cambie nuestra manera de vivir la vida, el ministerio, etc. (Rom. 12: 2). El cambiar implica dejarnos guiar por Su Palabra, porque allí conoceremos la voluntad de Dios, que es perfecta. Como lo afirma la versión inglesa. La pregunta que surge es ¿a cambiar en qué? A cambiar nuestra manera de pensar con respecto a nuestra vida como creyentes y ministros de Dios; pues si esto cambia, cambiará nuestra manera de vivir el hoy. Hay muchos colegas (pastores) que creen que están haciendo la voluntad de Dios, creen que Dios les ha llamado a este santo ministerio, han estudiado en un Seminario, creen que han escuchado la llamada de Dios, pero están confundido con su ministerio, han confundido sus deseos (de un trabajo fácil, de hacer dinero, de abusar de la buena fe de los creyentes, etc.) con los deseos de Dios.
Un ejemplo a citar, no solo sucede en Argentina, acontece en otros lugares del mundo. Estuve en una iglesia bautista, hace cinco años como miembro, rodeado de dos pastores, el uno muy entregado en las cosas de Dios, con el tiempo Dios lo llevó a otra Iglesia Bautista más grande, pues hacia lo que Dios le decía, sus mensajes ricos que nos animaban a seguir adelante. En cambio, el otro pastor que se quedó, que logró que la iglesia lo contratara a tiempo completo, pasó el tiempo, nunca vi ese compromiso espiritual con el Dios de la vida, eso se reflejaba en los mensajes, estudios bíblicos, faltaba esa sazón espiritual, que en el lenguaje bíblico pentecostal unción, la iglesia cada vez más vacía ni que decir de los cultos de oración, parecía más un lugar para llorar de la tristeza al ver que su vida no hacia mover ni al mismo demonio. Una vez le hice un comentario y junto nos preguntamos, cosa que a él no le gustó ¿Cuál es el llamado de Dios en nuestra vida? Era el titulo de mi estudio bíblico, fue mi último estudio en esa Iglesia Bautista de Bs As. No me volvió a invitar a enseñar, hasta la fecha vive resentido no me saluda. Yo solo predique un mensaje que Dios me dio para que juntos reflexionáramos.
Según él, como otros justifican su error, dicen que el Señor le llamó, pero ni su vida, ni ministerio han dado resultado, no tienen espíritu de liderazgo, tampoco están lleno del Espíritu Santo, viven la vida sin fe, lo que lo hacen vivir a merced del trabajo fácil de poco esfuerzo, del salario eclesial. Me pregunto por que sigue allí, pienso que sigue por la misericordia de Dios y de una iglesia conformista que no le interesa cumplir la misión de Dios. A eso, se añade a la familia de la esposa del pastor asalariado, que lo trajo de otra iglesia, donde no hizo nada, para ésta iglesia para que tuviera un sueldo mejor. Ellos hacen el papel de Dios, quieren suplir sus necesidades, que no les falte nada. Aunque el hombre no de fruto en esa iglesia, la familia no le ayuda en nada, porque está obstaculizando su verdadero ministerio, tal vez Dios lo llamó a ser un diacono u otro ministerio, que ejerciera una profesión. Todo, tiene su tiempo, llegará ese momento que tendrá que salir de esa iglesia y terminará amargado y fracasado; por su culpa de haber confundido sus deseos, los deseos de los otros con los deseos de Dios. Tal vez, lo hubiese preparado en una carrera universitaria, se refugió como le sucede a algunos seminaristas por no haber podido ingresar a una Facultad Universitaria o lograr un espacio en el mercado laboral. Ingresaron a un Seminario, así lograrían un trabajo fácil, sencillo y sin esfuerzo. Eso indica que nunca escucharon ni conocen la voz del Señor. A veces por el oír nuestros deseos y los deseos de los demás. No alcanzamos a diferenciar nuestros deseos y los deseos de Dios que tiene para cada creyente, especial al santo ministerio.
Muchas veces escuché la voz de mis deseos, de seguir mi profesión y tener riqueza. Era una lucha interna, pero escuché la voz de mi Señor, que me mostraba el verdadero camino de servirle en Su reino. Mis planes fueron cambiado, porque cambió mi manera de pensar, cambió mi forma de vivir la vida, por ello decidí estudiar Teología para seguir mi carrera pastoral y educativa. Dios me ha dado el privilegio de estudiar en diferentes partes del mundo, he avanzado desde la Licenciatura pasando por posgrados hasta culminar con un doctorado, he podido viajar, investigar y escribir para las nuevas generaciones. Amo lo que hago, no tengo riqueza, ni algo seguro, pero tengo una riqueza espiritual y académica que me ha permitido capacitar a los futuros pastores y ministros del Señor. Eso es más que una riqueza material, sé que mi jefe y mentor es Jehová, porque él es mi pastor nada me faltará…
Amo servirle y espero junto al don de la enseñanza pastorear Su iglesia, porque a eso primero Dios me llamó. Así como doy fruto en el don de la enseñanza universitaria y teológica en los Seminarios, como en otras entidades universitarias donde he regentado cátedra. De la misma manera deseo dar resultados en el ministerio pastoral en una iglesia; porque amar servir, es amar lo que Dios ama, y él ama sus ovejas. Hacer eso es cumplir la invitación dada al apóstol Pedro: apacentar, cuidar y proteger sus ovejas. Así como dedico el tiempo necesario para preparar mis clases… Amo hacer las cosas bien para mi Señor. No quiero ser uno más del montón, tampoco estar en un lugar puesto por familiares o haber lamido la suela a alguien para lograr un puesto en una iglesia, Seminario, universidad o que sé yo. Eso es pensar a la manera de este mundo. Pablo era conocedor de estas cosas, por eso nos anima y desafía a pensar y actuar a la manera de Dios que el Señor nos ayude a oír su voz para conocer y seguir el llamado que él nos ha hecho a un ministerio especifico en un lugar especifico. Que Dios te siga bendiciendo en tu vida y ministerio, espero vuestro comentario.
• El autor es Doctor en Filosofía, pastor bautista, Decano y profesor del Seminario Teológico Misionero Tiranno, Bs. As. Miembro de la Iglesia Bautista Vida y Esperanza.
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