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jueves, 3 de septiembre de 2009

El éxito de los cristianos

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que aman su venida.” 2 Ti.4:7-8
El éxito verdadero proviene de Dios. Este conocimiento le ayudará a tener un avance genuino en el reino de Dios, hará que todo lo que usted haga sea productivo y pueda cumplir con éxito el propósito divino; y al igual que el apóstol Pablo cerrar el ciclo de la vida con la satisfacción del deber cumplido y el gozo por la recompensa recibida.
Es importante saber qué es el éxito en la vida de un creyente.
1. El éxito es conocer su propósito en la vida.
Usted ha sido creado por Dios con un propósito planeado desde antes de la fundación del mundo. El apóstol Pablo tenía el conocimiento de los talentos que Dios le había dado y qué quería de él. El saber esto le ayudará a no andar por el camino equivocado. Usted podrá enfocarse con entusiasmo en el propósito divino. Busque la dirección divina y haga decisiones significativas.
2. El éxito es crecer hacia su máximo potencial.
Lo que Dios le ha dado es su potencial. Ahora le toca a usted hacer algo con esos talentos para darle a su Señor la sorpresa de haberlos administrado con sabiduría, al punto de haberlos multiplicado. (Mat. 25:19-21). Somos responsables de maximizar nuestro potencial para desarrollar nuestra tarea con abundante fruto.
3. El éxito es sembrar semillas para beneficio de otros.
Es posible hacer una diferencia muy importante en el proceso de tener éxito con el sistema del reino de Dios. Pero es imposible lograrlo si sólo pensamos en nosotros mismos. Debemos movernos más allá y enfocarnos en otras personas. De esta manera iremos camino a una recompensa divina.
Oración: Padre, gracias por la bendición de ser un hijo bendecido. Es mi deseo hacer tu divina voluntad. Siento la ayuda del Espíritu Santo para cumplir con éxito tu llamado divino, en el Nombre de Jesús. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.

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