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miércoles, 2 de septiembre de 2009

El poder de la sangre

“Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” Apocalipsis 12:11
Estamos viendo cuán importante es direccionar nuestra fe hacia las tres cosas que dice la Palabra que son testimonio de Cristo sobre la tierra. Recordemos que son el Espíritu, el agua o la Palabra y la sangre.
Hoy nos ocuparemos de entender por qué la fe tiene que estar puesta en el Señor y en la sangre. ¿De qué sangre hablo? De la preciosa sangre derramada en la cruz del calvario por Jesucristo, el Hijo de Dios. Y es una de las fuentes más grandes de poder que tenemos.
En el versículo antes citado dice que “lo han vencido por medio de la sangre del Cordero” ¿De quiénes está hablando? De usted y de mí, de cada creyente. Dice que vencimos al diablo por medio de la sangre del Cordero (Cristo). Lea los versículos anteriores. Él ya está vencido a partir de la cruz. La sangre tiene el poder que nos hizo vencedores. Usted ya lo tiene en usted, no lo tiene que pedir más. Úselo solamente. Cuando vengan las tentaciones, los malos pensamientos, échelos en el nombre de Jesús por el poder de su sangre. Recuérdele al diablo que ya está vencido por esa sangre. A él no le quedará otra que apartarse de su vida. No se olvide que la sangre le da a usted un poder que está vigente hoy en día y que lo habilita para ser un vencedor. Es el mismo poder que nos lavó en la Cruz y que levantó a Jesucristo sentándolo sobre los cielos.
Mire estos dos beneficios de la sangre de Cristo:
1. La fe en ella me hace un vencedor.
2. Me abrió el acceso al cielo con libertad.
A través de la sangre usted también tiene libre acceso al trono de la gracia. Puede acercarse al padre libremente (Hebreos 10:19). Porque Jesucristo nuestro Sumo Sacerdote ya realizó el sacrifico que lo habilita. Mire Efesios 2:13:
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.”
Entonces, no lo dude más. Use ese poder para vivir una vida de vencedor. Usted ya es un vencedor. Viva como tal.
Oración: Padre, creo hoy en el poder de la sangre de tu Hijo derramada en la cruz del calvario. Declaro que a través de ella el diablo ya no tiene autoridad sobre mi vida porque está vencido. Yo soy un vencedor. Gracias. En el nombre de Jesús, amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.

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