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lunes, 7 de septiembre de 2009

¿Estoy escuchando a Dios?

Artículo escrito por: Stanford Orth

Esta semana sigamos con las sugerencias para la meditación de la semana pasada y leamos la siguiente reflexión sobre la meditación.
“Detrás de la desobediencia está la falta de atención” escuché de un respetado maestro. El mismo día leía el profeta Isaías y encontré que ocho veces en un solo capítulo Dios habló de prestarle atención (Is. 48). Leí frases como “ciertamente no se abrió antes tu oído” y “Óyeme, Jacob, y tú Israel”, “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.” A veces, las palabras del profeta son más duras: “Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia” (Is. 46:12). El salmista suplica: “Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.” (Sal. 78:1). Jesús advirtió la multitud: “Mirad, pues, cómo oís….” (Lc. 8:18) y, de nuevo, “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace….” (Mt. 7:24).
Quizás pensamos que escuchamos a Dios, sólo porque un predicador o maestro está hablando o porque estudiamos la palabra de Dios para nuestro ministerio o porque leemos la Biblia cada día. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hice una decisión sobre mis prioridades personales o ministeriales porque reflexionaba cuidadosamente en la Palabra? ¿Cuándo reconocí y me arrepentí de un área de rebeldía o la falta de una virtud porque en realidad ponía atención a la palabra de Dios? Puedo señalar un cambio específico en mi corazón que Dios hizo este mes—un móvil purificado, una actitud cambiada, resistencia a la autoridad transformada en sumisión, una relación sanada—porque puse atención y consideraba lo que Dios quería decirme.
Aunque Dios tiene, también, otras maneras de impulsar nuestro crecimiento espiritual. Estoy convencido que Dios nos ha dicho cómo escucharle—por medio de meditar en su Palabra. La Biblia es el medio principal que el Espíritu Santo emplea para llevarnos al Padre y transformarnos en la imagen de su Hijo—“útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Aún es posible que un maestro, pastor o misionero que maneja la Biblia constantemente no camine con Dios y no sea cambiado poderosamente a la imagen de Cristo. Bruce Wilkinson, conocido autor y maestro de la Biblia, confesó en su libro Secretos de la vid, “Yo había llegado a ser un experto en servir a Dios pero en alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”.
Un conocido maestro de la Biblia confesó: “Había llegado a ser un experto en servir a Dios pero en alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”. Temo que no hayamos tomado en serio y no hayamos practicado las palabras de Josué 1:8; Salmo 1:2-3; 119:48; Mateo 7:24-27; Santiago 1:25 y otros pasajes semejantes. Estoy convencido que la acción más potente que un cristiano puede tomar para caminar con Dios y para cooperar con él para obrar cambios en su vida es meditar con frecuencia en su Palabra y responderle en las maneras apropiadas.
Seamos fieles en la meditación bíblica continua,
Fuente: ObreroFiel.com

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