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sábado, 12 de septiembre de 2009

Salvar a nuestra ciudad

“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.”
Mateo 4:23
Usted puede cambiar su ciudad para Dios. Dios mira por su ciudad y tiene un plan específico para alcanzar a la gente que hay en ella con las buenas nuevas de Jesucristo, y necesita su ayuda.
Por ese motivo hay cosas que Dios desea revelarle:
1- Dios es un Dios de ciudades. Él comenzó con una ciudad: Edén, y finalizará con una ciudad: Jerusalén. Su plan siempre involucró ciudades: A Jonás lo envió a Nínive, a José a Egipto, para salvar a Israel, a Daniel lo usó en Babilonia para advertir a Reyes, a Pablo ciudad por ciudad, a Jesús aldea por aldea. Y todos asumieron el compromiso de hacerlo.
Cada uno de nosotros debe desarrollar un compromiso con la visión de Dios para una ciudad. Y nuestro estilo de vida representa el grado de responsabilidad que tenemos hacia Dios.
2- El compromiso se fortalece con la perseverancia, con la continuidad en la práctica. Pablo, en 2 Timoteo 3:14, instruye a su discípulo a que continúe en las cosas que ha aprendido porque de esa manera se hará parte de él, aumentará la sabiduría y mantendrá abiertas las puertas de nuevas oportunidades.
3- Hay que mantenerse bien enfocado. (Salmo 25.15, Prov. 4.25)
Si nuestro enfoque está en Dios y en su Palabra, podremos fácilmente realizar la gran comisión.
Manténgase en la visión de Dios y renueve su compromiso de extender su Palabra.
La gente de Dios está para darle vida a la ciudad.
Oración: Padre, lo que es importante para Ti lo es para mí también. Te pido ahora por mi ciudad y por los que están en autoridad. Abre puertas Padre, para que podamos llevar tu Palabra y el nombre de Jesús sea glorificado en ella. Amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo.

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